lunes, 3 de septiembre de 2007

Hermosos cielos puros...

(La de Fausto acabó por eclipsar a todas las demás, pero leyendas sobre pactos con el demonio hubo muchas en la Edad Media: Teófilo, Fray Gil de Santarem, Cipriano... Sobre este último, célebre hechicero pagano, Calderón de la Barca escribió una recomendable obra de teatro titulada El mágico prodigioso. De ella está sacado este conjuro, que un exultante Cipriano lanza a las fuerzas de la naturaleza tras salir de la caverna donde el demonio le ha enseñado los secretos de la magia.)

Hermosos cielos puros,
atended a mis mágicos conjuros;
blandos aires veloces,
parad al sabio estruendo de mis voces;
gran peñasco violento,
estremécete al ruido de mi acento;
duros troncos vestidos,
asombraos al horror de mis gemidos;
floridas plantas bellas,
al eco os asustad de mis querellas;
dulces aves süaves,
la acción temed de mis prodigios graves:
bárbaras, crueles fieras,
mirad las señas de mi afán primeras;
porque ciegos, turbados,
suspendidos, confusos, asustados,
cielos, aires, peñascos, troncos, plantas,
fieras y aves, estéis de ciencias tantas;
que no ha de ser en vano
el estudio infernal de Cipriano.

(Calderón de la barca, El mágico prodigioso, Ediciones Cátedra, Madrid, 1996, (vv. 2046-2065).)

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