jueves, 13 de septiembre de 2007

Próspero abjura de su poder

(De La tempestad. Próspero renuncia a su magia. Según una nota de Ángel-Luis Pujante, de cuya edición he extraido el texto, la primera parte está basada en la invocación de Medea en el séptimo libro de de las Metamorfosis de Ovidio.)

¡Elfos de los montes, arroyos, lagos y boscajes
y los que en las playas perseguís sin huella
al refluyente Neptuno y le huís
cuando retorna! ¡Hadas que, a la luna,
en la hierba formáis círculos, tan agrios
que la oveja no los come! ¡Genios, que gozáis
haciendo brotar setas en la noche y os complace
oír el toque de queda, con cuyo auxilio,
aunque débiles seáis, he nublado
el sol de mediodía, desatando fieros vientos
y encendido feroz querra entre el verde mar
y la bóveda azul! Al retumbante trueno
le he dado llama y con su propio rayo he partido
el roble de Júpiter. He hecho estremecerse
el firme promontorio y arrancado de raíz
el pino y el cedro. Con mi poderoso arte
las tumbas, despertando a sus durmientes,
se abrieron y los arrojaron. Pero aquí abjuro
de mi áspera magia y cuando haya, como ahora,
invocado una música divina
que, cumpliendo mi deseo, como un aire
hechice sus sentidos, romperé mi vara,
la hundiré a muchos pies bajo la tierra
y allí donde jamás bajó la sonda
yo ahogaré mi libro.

(William Shakespeare, "La tempestad", en Obras seléctas, A. L. Pujante (ed. y trad.), Madrid, Espasa Calpe, 1999, pp. 683-684.)

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